sábado, 9 de noviembre de 2013

Mamá, necesito un test de embarazo.

Esa frase fue la que le dije a mi madre, imaginaros su reacción...Voy a empezar por el principio.

Mediados de diciembre de 2009, domingo. Me tenía que haber venido la regla el viernes, nunca se me había atrasado, y tomando la píldora era raro, muy raro. No me notaba nada fuera de lo normal, y pensé que el retraso podía ser por los nervios ya que estaba acabando la primera evaluación de 2º de Bachillerato.. Yo estaba en mi cuarto, y ella en el suyo haciendo su cama:
 
-Mamá, me tenía que haber venido ya la regla, y aún nada...¿Compramos un test y me lo hago para descartar? Es imposible, pero así no me lo tienen que hacer en el médico. Cuando salga negativo, si me sigue sin bajar, vamos al médico...
 
- Vale Lorena...luego te doy dinero y te compras....eso.
 
No volvimos a hablar del tema, noté que ella lo evitaba, no quería pensar en que pudiera estar embarazada...No, con 17 años, estudiando, con un novio al que mis padres les costaba trabajo volver a aceptar...No, no quería, era imposible, me estaba cuidando...Deje esa idea de lado, sólo me lo iba a comprar por si acaso, para asegurarme, eso es todo. No podía estar embarazada, no, yo no.
 
Como era domingo no todas las farmacias de mi ciudad estaban abiertas, pero justo dónde vive mi novio hay una que siempre abre. Antes de subir a casa de mi novio, fui a la farmacia y tras pasar un mal trago, lo compré. Lo guardé en el bolso y no le dije nada a él. ¿Para qué? No podía estar embarazada, no quería preocuparlo a lo tonto...Me lo iba a hacer el lunes por la mañana, siempre dicen que a primera hora es más fiable.
 
Llegó la noche y yo me fui a dormir, nadie sabía la idea del test excepto mi madre. Nunca me hubiera imaginado que aquella madrugada de 14 de diciembre mi vida cambiaría para siempre.

 

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