sábado, 30 de noviembre de 2013

Tiempo a solas.

Desde que nació Judith nos era muy difícil a mi novio y a mi sacar un rato para dedicarnos solos el uno al otro y aunque tener un hijo es maravilloso, también desgasta mucho la relación y hay que poner cada uno más de su parte para dejar de ser padres por un momento y volver a ser pareja, darnos atención, cariño, hablar de nosotros. En marzo de este año mi novio tuvo un mes entero de vacaciones y decidimos que nos íbamos a ir de viaje, los dos solos, lo necesitábamos. Así que nos fuimos a varias agencias de viajes a preguntar precios. En principio queríamos viajar a Roma, nunca habíamos ido y teníamos muchas ganas. Pero se nos salía del presupuesto. El chico de la agencia nos dijo que los cruceros en esa época del año estaban más baratos, todo iba incluido y saldría muy bien así que sin pensarlo decidimos que haríamos uno.
Decidido, en finales de Marzo iríamos a un crucero durante una semana por el Mediterráneo. Hablamos con nuestros padres y nos dijeron que encantados se quedarían con Judith durante ese tiempo, que disfrutáramos y nos relajáramos que todo estaría genial.

Llegó el día de ir rumbo a Barcelona, ya que desde allí saldría el barco. Ese día salíamos muy temprano y Judith estaba dormida cuando nos fuimos. Esos días anteriores le estuve contando que papá y mamá irían en un barco durante unos días, ella se quedaría con los abuelos y al volver le traeríamos muchos regalitos, para que cuando no nos viera "entendiera" dónde estábamos. Aun así cuando ya estábamos rumbo a la estación lloré mucho. Me sentía mal, culpable por irme y dejarla sola. Sé que no le iba a pasar nada, que estaría muy bien cuidada, que nos merecíamos descansar e íbamos a pasárnoslo muy bien, pero no podía evitar sentirme así. Era la primera vez que pasábamos tanto tiempo separadas y no sabía como se lo iba a tomar.

Al mediodía llegamos por fin a Barcelona, cogimos un taxi rumbo al puerto y allí estaba nuestro barco. Tras pasar los controles y entregar las maletas pudimos subir a bordo. Nuestro camarote tenía una ventana que daba a una cubierta por dónde podíamos andar. No era muy grande pero había espacio para los dos de sobra. La cama era enorme y comodísima, tenía un escritorio, un armario bastante amplio y un baño muy pequeñito. El barco era enorme: tenía varias tiendas, muchos bares dónde tomar lo que quisiéramos, piscina, jacuzzi, rocódromo, pista de pádel, teatro, discoteca...eso era un paraíso. Todo (excepto algunas cosas más exquisitas) estaban incluidas así que nos pasábamos el día comiendo y bebiendo. El primer día de embarque nos dedicamos a descubrir el barco e hicimos un simulacro de emergencia obligatorio en todos los cruceros.
El día siguiente íbamos rumbo a Túnez y nos pasaríamos todo el día navegando. En el barco hicieron exposiciones con manualidades hechas de pan, fruta, mantequilla, servilletas...era alucinante las cosas tan bonitas que hacían. Ese día no pudimos llamar a Judith porque al estar en alta mar nos salía muy caro llamar por teléfono, el coste sería el mismo a si llamásemos desde EEUU. La echábamos de menos, pero intentábamos no pensar mucho en eso y pasárnoslo bien, que para eso habíamos ido. Ese día hicimos la cena de gala con el capitán del barco y conocimos a una pareja de allí. Ya nos íbamos con ellos casi a diario.

A la mañana siguiente teníamos nuestra primera parada, estábamos deseando tocar tierra firme. Esa mañana aún en la cama escuché cómo por megafonía nos decían que debido al fuerte viento el barco no había podido parar en Túnez, debíamos seguir el camino directamente hacía Roma. Cuando me levanté de la cama me di cuenta de todo lo que el barco se movía. Ese día fue horroroso. Por todos lados del barco gente vomitando, dando pastillas para el mareo...Yo me pasé casi todo el día dormida porque cada vez que intentaba levantarme de la cama todo me daba vueltas y era imposible dar un paso sin que me entraran ganas de vomitar. El barco se movía muchísimo. A mitad de la tarde todo se calmó y volvió a la normalidad. El viento dejó de ser tan fuerte y ya casi no se movía el barco. Aprovechando que nos encontrábamos mejor fuimos mi novio y yo por el barco dando un paseo, haciéndonos fotos, comiendo, bebiendo... Ese día al seguir en alta mar tampoco pudimos llamar a Judith, estaba deseando hablar con ella.

Al otro día tocaba Roma ¡por fin! Me moría de ganas por verla. El barco nos dejó en Civitavecchia, y desde allí cogimos un tren que nos llevó a Roma. Ese día llovía muchísimo, no pensaba que iba a llover así que no llevaba puestas las botas por lo que me pasé todo el día con los pies llenos de agua. En Roma era todo precioso pero estaba muy masificado de turistas, y si a eso le unimos los paraguas, imaginaros. Teníamos poco tiempo para verla y había tantas cosas por ver...tuvimos que hacerlo todo rapidísimo. Es una ciudad preciosa. Estuvimos en la Ciudad del Vaticano, vimos el Coliseo, la Fontana di Trevi, el Circo Romano... Al volver al tren para ir al barco usamos el metro y nos sentíamos orgullosos de saber movernos por allí sin ayuda de nadie. Compramos regalos para la familia, y un pinocho de madera para Judith ya que nos había dicho antes de irnos que quería un regalo "rojo y verde". El pinocho era de esos colores así que era perfecto, con la buena memoria que ella tenía seguro que se acordaba perfectamente de lo que nos había pedido. Al llegar al barco llamamos a Judith y nos sorprendió lo contenta que estaba, la tenían muy mimada, se pasaba el día de un lado a otro y nos contaba todo lo que había hecho. Esa noche tras la cena fuimos a la discoteca del barco con la pareja del otro día y conocimos a dos parejas más. Hacía mucho tiempo que no me lo pasaba tan bien.


La siguiente parada era Livorno. De allí cogimos un tren hacia Pisa. Conocimos a una pareja de españoles que también eran de nuestro barco, ellos ya habían viajado ahí antes y fuimos los 4 juntos. Pisa la vimos en muy poco tiempo, ya que todo lo que hay que ver de la ciudad está en la misma plaza. Nos hicimos la típica foto en la torre inclinada, vimos el baptisterio, y compramos una camiseta para Judith de la Hello Kitty y la torre de Pisa. En Livorno probamos la pizza italiana, estaba buenísima. Y vuelta al barco otra vez. Llamamos a Judith y nos contó lo que había hecho ese día. Se puso muy contenta al saber que le llevábamos regalitos. Esa noche tras la cena había una fiesta de "Star Wars" en la discoteca, todos los animadores estaban disfrazados de los personajes de la película e hicimos juegos. Tengo que decir que me sacaron voluntaria para hacer uno y mi equipo ganó gracias a mi, aunque pasé un poco de vergüenza jajaja.

Al día siguiente tocaba parar en Génova. ¡Cuánto frio! Fuimos con todas las parejas que habíamos conocido a pasear por la ciudad, vimos un barco pirata muy antiguo que estaba atracado en una parte del puerto de la ciudad y compramos a Judith una muñeca de trapo hecha a mano preciosa. Entramos en una tienda muy curiosa. A la entrada, en las paredes, se podía escribir lo que quisiéramos, todos escribían. Así que pedimos un rotulador y dejamos nuestra huella personal en Génova. Al llegar al barco llamamos a Judith como todos los días, cenamos, vimos las actuaciones del barco y fuimos a la discoteca.


Nos quedaba la última parada, Villefranche. Era un pueblo precioso al Sur de Francia. El puerto era muy pequeño y el barco no podía atracar ahí así que nos llevaron a la costa con unas lanchas pequeñas. Cogimos un tren y fuimos a Mónaco. Allí vimos el casino, el circuito de la Fórmula 1, el puerto y lujo, mucho lujo por todos lados. Esa sería nuestro último día de vacaciones, nuestro último día en el barco. Aunque me daba mucha pena porque lo habíamos pasado genial tenía muchas ganas de volver a casa y comerme a besos a mi princesa. La echaba mucho de menos.
Al día siguiente desembarcamos pronto en Barcelona. Estábamos muy cansados. Los cruceros son muy bonitos, lo pasas genial, ves muchas ciudades en poco tiempo...pero cansa mucho. Nuestro AVE vuelta a Málaga no salía hasta después de comer, nos quedaban muchas horas en Barcelona. Llamamos a nuestros padres y le dijimos a Judith que esa noche nos veríamos. Se puso loca de contenta. Mientras tocaba la hora de ir a la estación fuimos a dar una vuelta por Barcelona, no conocíamos la ciudad. A mi novio le hacía mucha ilusión ver el "Camp Nou", así que allí fuimos a verlo, echarnos fotos y hacer tiempo hasta que llegara la hora de volver a casa.

El camino a Málaga se me hizo larguísimo, ¡cuántas ganas tenía de ver a Judith! Mi madre vino a recogernos de la estación y cuando por fin llegue a la casa y la vi no me lo podía creer... Se me quedó mirando y enseguida me abrazo muy muy fuerte, me miraba, y volvía a abrazarme. Yo lloraba y ella no se soltaba de mi. No paraba de darme besos, abrazos... Nos habíamos extrañado muchísimo. Le dimos sus regalos y le encantó todo.

Esa semana nos sirvió para relajarnos, lo pasamos genial, pero como en casa con mi hija no se está en ningún sitio.


4 comentarios:

  1. Que bonito me has emocionado con lo ultimo♥

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  2. cuantos años tenia ahi judith? lo digo porque has dicho que hablabais, que le contabas que os ibais y tal

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  3. Lorena voy a hacer ese crucero y sale dentro de dos semanas y se que hay cena del capitán¿hay más tipos de cena temáticas? (Disfraces o algo así) gracias cielo <3

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